Estructurada como un gran poema sobre la tierra generosa de un lenguaje recio, desprovisto de artificio retórico insustancial, y muy expresivo en su propósito de transmitir convicciones profundamente arraigadas en la conciencia del poeta, la obra se va armando en progresivas estaciones, cada una de ellas repleta de alegorías e imágenes que parecen salir espontáneamente y casi sin esfuerzo de una pluma mojada en la fuente de aguas vivas que aplaca la sed del auténtico poeta. Nos recuerda por ello a William Blake, el visionario genial, profundamente admirado por Carlos Hanssen. Un libro apasionante para paladares conocedores de la poesía que se expresa sin aspavientos y con gran autenticidad, por medio de un discurso poético del todo efectivo.