Un violador acecha a las mujeres en el cementerio de Antofagasta. Las víctimas declaran haber sido arrastradas al interior de un mausoleo por un sujeto de voz aterradora y que huele a muerto.
Para encontrar al culpable es contratado el Tira Gutiérrez, único investigador privado de la ciudad que hasta ese momento solo se ha dedicado a resolver casos de infidelidades; un detective por correspondencia, ex minero que al verse desempleado opta por dedicarse a su pasión secreta: resolver crímenes.
En este caso es asistido por la hermana Tegualda, una joven religiosa que, bajo su ropa de penitente, tiene más sensualidad y habilidades deductivas de las que ni ella misma se imagina.
Crítica:
«Fiel a su estilo y narrativa, Hernán Rivera Letelier incursiona en lo policial con La muerte es una vieja historia sin perder su toque.»
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