Argumento de La Muerte de la bien Amada
«Dos veces, y por mi culpa, estuve cerca de perderla. La conocí en el Louvre, ante la Venus de Milo, una mañana del otoño de 1938. Al mismo tiempo que ella rondaba la escultura, yo la rondaba a ella».
Hay que decirlo desde el primer momento: este libro es excepcional. Fue escrito en estado de gracia y desgracia a la vez. Desde el momento en que supieron que Else, la mujer del autor y narrador, iba a morir pronto, comenzó de verdad, para ella y para su marido, un nuevo y extraño periodo de felicidad. Fue la cima de su amor, el momento en el que se amaron mejor y en el que revivieron todo lo que su encuentro les había aportado a lo largo de la vida.
Gracias a esta narración que obtuvo un gran éxito de crítica y público en Francia descubrimos, además, la excepcional personalidad de Else Bernard. Tuvo que huir de su país, Austria, para escapar del Holocausto, y se instaló en París durante algún tiempo. Tenía previsto partir hacia América, pero un día se encontró en el Museo del Louvre con aquel a quien no abandonaría ya. Comenzó así la historia, hoy mítica, que albergan estas páginas de Marc Bernard: su calidad humana y su eco son consecuencia de la gravedad de la temática, pero también, y sobre todo, del tono a la vez apasionado y reflexivo, sugerente y preciso con el que evoca la figura de su memorable esposa.1