Quienes cumplen con el sagrado deber de renovar cíclicamente la presentación formal de los Misterios Universales, nos informan de que hay una transición de 500 años entre la salida de una Era zodiacal y la entrada de la que le sigue, de acuerdo al aparente movimiento retrógrado de la precesión equinoccial. Cuando tuvo lugar la transición que precedió a la actual, las vidas de servicio mundial del Buda y del Cristo, separadas aproximadamente por cinco siglos, presidieron ese tránsito de la Era del Carnero (Aries) a la era de los Peces (Piscis). Desde entonces, las energías de la Sabiduría y del Amor, que ellos introdujeron en nuestra atmósfera psíquica y mental, están disponibles para todos los que emprendan el camino de identificación con su inherente naturaleza cristo-búdica. En el nuevo ciclo que ahora enfrentamos, la Era del Aguador (Acuario), la Humanidad tiene la ocasión de reconducir nuestra Historia colectiva a un territorio nuevo, el territorio de la fraternidad y de la unión esencial de todos los seres humanos, inteligentemente percibida, y aplicada desde la vivencia sabia y amorosa de nuestra condición humana.