A través de la correspondencia que la dama de compañía de la emperatriz mantiene con su hermana, se nos desvela la intimidad de la soberana, su perpetua inquietud, la tan especial relación que mantiene con su esposo y el misterio que rodea la muerte de muchos de sus seres más queridos, sobre todo la de su hijo y heredero de la corona imperial, el archiduque Rodolfo.
El retrato que nos transmite esta novela está muy lejos de las edulcoradas imágenes de las películas. Nos descubre una Elisabeth mucho más real y humana que la del cine, idealista y apasionada, pero también egocéntrica y caprichosa; envuelta en opacos velos, con el rostro siempre oculto tras un eterno abanico; un alma torturada que llama a la muerte y la encuentra de forma inesperada en el afilado estilete que le atravesó el corazón.