De la misma manera que algunos escritores «van a la guerra para poder escribir sobre ella», así regresa el autor a la casa de su niñez en Grindavík, un pequeño pueblo pesquero islandés. Y el retorno a los escenarios del pasado se convierte en un fascinante viaje al mundo mítico y mágico de una infancia peculiar, en la que imperan las misteriosas figuras del padre (un ser distante que construyó con sus manos un hogar que nunca sintió como suyo) y de la madre
(a quien, a su vez, le privaron de infancia). De este modo, el lector se sumerge de lleno en la vida de una remota comunidad a finales de los años treinta, marcada por las penurias cotidianas y las decisiones a veces trágicas. Allí, sólo la reacción serena de los adultos aporta seguridad frente a un clima despiadado y un mar amenazador, y la rutina se rompe con las fiestas navideñas o la insólita presencia de soldados británicos durante la segunda guerra mundial. Cuando el lector cierre este libro, Islandia y sus gentes ya nunca serán lo mismo.