Para Pedro Pirovano, la jornada que empezó con una señal equívoca
-atajarle un penal al presidente- siguió de mal en peor. El diputado
Rugilo quiere institucionalizar el Día del arquero con su complicidad,
la ex mujer exige que le prohíba a la hija adolescente el tatuaje, la
joven amante llegará tarde o temprano. Para colmo, dos personajes
irrumpen. Son Roperito y el Troglodita, ejemplos de un oficio en vías de
extinción: luchadores de catch, integrantes de la troupe Gigantes en la
lona. No buscan roña, buscan al mítico Etchenike, vecino de Pirovano en
un pasado no demasiado reciente. Pero la realidad se ordena de otra
manera, se acorta para que todo corra peligro: el dragón del tatuaje de
la hija termina convertido en un fax amenazador, y en la Costanera Sur
Pirovano encuentra un cadáver. Ahí, el antihéroe con nombre de apóstol y
apellido de hospital se va para Arriba. Una cúpula de la Avenida de Mayo
permite la escena más vívida de la narrativa fantástica y la historieta