La vida cotidiana está regida por una ley universal, que afirma que no se puede saber cuál es la profundidad de un charco hasta que no se ha metido el pie en él, o que nada es tan bonito de cerca como de lejos. Adentrase en las páginas de este libro es un antídoto contra el mal humor, aunque leerlo no evita que la tostada se siga cayendo por el lado de la mantequilla.