La primera novela de Emine Sevgi Özdamar apareció en España con el título de La vida es un caravasar (Alfaguara, 1994) y fue una de las grandes sorpresas editoriales del año. Avalado por la excelente traducción de Miguel Sáenz, el libro fue objeto de una magnífica y unaníme acogida crítica, respaldada en este caso por el entusiasmo del público. Estamos, sin duda, ante una de las escritoras más interesantes y nuevas (en el más rotundo sentido de la palabra) que ha dado la lengua alemana en los últimos años. Quizá, entre otras poderosas razones de pura y simple calidad literaria, por el empuje que la cultura turca está ejerciendo sobre la europea mediante su impronta en Alemania.
La lengua de mi madre trata precisamente de ese contacto entre dos civilizaciones. En el primer relato del libro, una joven turca se da cuenta de que está perdiendo su idioma, el que le enseño su abuelo, y decide recuperarlo, enamorándose de paso con su profesor. A éste, la nueva pasión le cuesta la vida. En el segundo relato, humorístico, un turco se desplaza a Alemania con su burro y no logra encontrar sentido al nuevo mundo en que se encuentra inserto. Y el tercer relato nos cuenta los sueños de una señora de la limpieza que quiere ser Ofelia sobre un escenario. Los lectores de habla hispana tenemos aquí una perfecta ocasión para confirmar nuestro aprecio por una escritora cuya fuerza, originalidad y capacidad creativa nos han cautivado desde el principio.