La lejanía es un diario de viaje. Un viaje transversal que atraviesa el epitelio del tiempo. Un viaje que atraviesa un océano, pero que también es interior, un viaje adentro, de búsqueda y en búsqueda, en diálogo permanente consigo misma y con la niña que ha sido, con todas las lecturas que han marcado el camino de ser la que se es en momento que cambia con la mirada, con ese mismo viaje, con el cielo. Concha García descubre el Río de la Plata en un sueño, y hacia ese sueño viaja, respondiendo a un imperativo llamado, llena de interrogantes que se abren al ojo, y escribe casi a la manera de los pintores viajeros del siglo XIX, captando la luz sobre un recodo para marcar el signo de una geografía. Pensamientos, introspección, consistencia, cielos que pasan, nubes, paisajes, una ciudad, varios destinos. El vocablo es el viaje, decía Amanda Berenguer. En Concha, el viaje se transforma en vocablo.