Argumento de La Larga Soledad. Autobiografía
Cuando Dorothy Day falleció en 1980, el New York Times la calificó como «una militante de la no-violencia, radical en lo social, de una luminosa personalidad..., que luchó en primera línea, durante más de cincuenta años, en numerosos combates en favor de la justicia social». He aquí, contada por ella misma, la vida de esta notable mujer en el crisol del pensamiento político y literario que era el neoyorkino Greenwich Village de los años veinte, así como su conversión al catolicismo, que significó el final de una vida un tanto bohemia.1