Alix acaba de llegar al París de los años 30 y tiene lo que hay que tener: talento para la moda, empeño y ambición. «Un día, las damas envueltas en pieles de zorro vendrán a mi tienda y me suplicarán que les permita comprar mis diseños», se dice mientras despierta miradas de admiración al bajar por la Rue du Louvre, pero la realidad se impone: el mundo de la alta costura tiene sus leyes y para triunfar a veces no basta con tener un buen par de tijeras en las manos.
Los timadores de poca monta pronto se dan cuenta de la habilidad de Alix para copiar patrones y estampados, y la joven a punto está de caer en el tráfico de la falsificación de prendas, defraudando a los diseñadores que más admira.
Natalie Meg Evans ha puesto hilo a la aguja de su talento y nos propone un viaje con la joven Alix por las calles parisinas donde trabajaban Chanel, Lanvin y Hermès...un mundo de texturas y colores que son una auténtica tentación.