Un día, los problemas económicos de su familia lo alejan del mar y debe aceptar un trabajo de pastor en las montañas. Su vida, sus aficiones, hasta su propio ser cambian. Pero poco a poco, aprende a apreciar su nueva vida: el silencio, la soledad, la intensidad de los colores en los pastos.
Sin esperarlo, llega la primavera, que trae algo más que nuevos aromas, días más cálidos y nuevos colores. Giurlà descubre la pasión, el amor y también el peso de la ausencia en un triángulo amoroso muy particular en el que entran en juego la enigmática hija de un marqués, Anita, y una cabra muy especial, Beba, a las que queda unido para siempre por un misterioso cascabel.
Tras El beso de la sirena y El guardabarrera, Camilleri cierra con La joven del cascabel su trilogía mítica en la que recupera las metamorfosis mitológicas como la de Leda y el cisne o la de Pasifae, para hablarnos de algo tan universal como los límites del amor.