Elena Croce ocupa un lugar de excepción en la cultura italiana de la segunda mitad del siglo XX. Nacida el año 1915 en Nápoles creció en tanto que hija primogénita de Benedetto Croce, en un ambiente cultural privilegiado que reflejaba fielmente el de la sociedad liberal, laica y paneuropea que en Italia se había ido forjando durante la segunda mitad del siglo XIX, que en el Risorgimento había encontrado su cauce propio, y que al advenimiento del fascismo en 1922 vio truncado su desenvolvimiento natural.