Ya cansado, miró a sus alrededores y sólo encontró la devastación que dejó a su paso... Una extraña sensación recorría su cuerpo. Parecía una especie de escalofrío. Pero no, debió ser mi imaginación. Aquel ser no se estremecía ante nada ni nadie. El fuego podía consumir su cuerpo, pero jamás su espíritu... Dejó su espada, su fiel aliada, clavada en aquel suelo literalmente empapado en sangre y se detuvo a respirar. Una vez más, el hecho de ver el reflejo de la vida en el filo de mi espada, me provocaba cierto recelo, más aún sabiendo que sujetos como él y yo anduviéramos por ahí sueltos... Un día como hoy, hace ya muchos años, me convertí en la asesina a sangre fría que soy. Pero quizás deba contarte todo desde un principio? Aunque no espero que me comprendas, sólo quiero que sepas que son las cosas de la vida las que terminan convirtiéndote en un monstruo.