En esas trágicas circunstancias, un extraño suceso tiene lugar en el Monasterio de Santa Águeda, el más ilustre y noble de la ciudad. Aunque la Iglesia Hispalense trata de ocultarlo, el asunto no tarda en llegar a conocimientos de la Santa Inquisición.
El propio Inquisidor General no duda en trasladarse personalmente a la ciudad andaluza para presidir la investigación y el posible Auto de Fe. La satánica aparición del Monasterio así lo aconsejaba.