La confesión de Pujol aporta una luz nueva al balance hasta ahora espléndido de sus 23 años de Gobierno y al papel fundamental que jugó en la Transición. Pero además sitúa de nuevo en primer plano el caso de Banca Catalana, en el que el presidente catalán aprovechó la pérdida de la propiedad del banco para blindarse políticamente e inmunizarse frente a la oposición y los medios.
El escándalo de Pujol pone también de manifiesto defectos y disfunciones de la democracia española y de la sociedad catalana, que ha podido soportar esta larga historia gracias a las numerosas complicidades, silencios e inhibiciones de políticos, empresarios y medios de comunicación, en un contexto de crisis institucional y constitucional como el que ha abierto las puertas al proceso independentista.
La confesión del 25 de julio de 2014 ha desvelado una historia con ribetes de drama y de culebrón televisivo, pero su contenido profundo es trágico, como lo es siempre la historia del poder.