Alef, personificación fantástica de una gota de agua, quien, tras despertar del letargo ejercido por el congelamiento de un pico nevado revive y retoma su cauce por la vida con un imperturbable deseo de vivir sus sueños. En su recorrido lleno de todo tipo de experiencias, el universo confabula a su favor llevando a su encuentro gotas y escenarios perfectos para guiarlo a alcanzar sus metas. Su gran secreto radica en la persistencia por disfrutar aquello que tanto desea, así como descubrir sus talentos y su misión personal. Inicia entonces su recorrido, donde los obstáculos que se van interponiendo son vistos y enfrentados como una oportunidad para aflorar lo mejor de sí y de rencontrarse con la felicidad. Una vez Alef disfruta plenamente su recorrido por la vida, su gran anhelo de ser océano se hace realidad, como fiel recompensa a su perseverancia. Allí nuestro protagonista comprende que el único límite en el mundo de los sueños, es la imaginación de quien sueña, pues la infinita generosidad del universo, cuando se vive con amor, fe y esperanza, retribuye con creces al depositante de tan nobles sentimientos.