Buscando la sutileza, la levedad y la esencia de la tauromaquia, esta antología personal prescinde de los clásicos más obvios para transitar por un territorio menos explorado. Los poemas, elegidos por Carlos Marzal, se ofrecen siguiendo una ordenación "musical" que persigue crear un clima de lectura, un compás, un temple. Los toros, como la poesía, son arte, emoción estética. Una labor hecha por geómetras que nos transporta a un profundo ensueño.