Argumento de La Fortaleza Docta
Este libro presenta una visión de conjunto del papel que la elite letrada desempeñó en la evolución política y social del México colonial, entonces llamado virreinato de Nueva España. En las condiciones del colonialismo de los siglos XVI y XVII, la intervención de este grupo intelectual en la vida pública estuvo signada por un doble carácter: elitismo y populismo, imperialismo y nativismo. Su actitud de exclusivismo académico no se contraponía a su participación activa en las tareas de adoctrinamiento que se proyectaban sobre una población étnicamente heterogénea. Tampoco su fuerte localismo contradecía su adhesión a los ideales imperiales de los Habsburgo. La cristianización de los indios, el problema de las lenguas nativas y la existencia de una religiosidad no cristiana que se expresaba en multitud de creencias y ritos, pese a los esfuerzos por erradicarla, fueron problemas decisivos para la identidad de los miembros de la elite intelectual colonial. Al amparo de la religión como elemento garante en el punto neurálgico del sistema político, eran los transmisores por excelencia de la ideología que vinculaba al soberano con el pueblo. Así, los letrados, más que estar subordinados a las autoridades civiles y religiosas, eran parte de esa autoridad y se comprometieron activamente en reprimir cualquier pretensión de cuestionar su influencia.1