Pero si la vitalidad de las religiones parece poner en duda la tesis de la secularización, ello no permite afirmar que se esté produciendo un «retorno de lo religioso». El debate acerca de la laicidad intenta precisar el lugar que le corresponde a la religión en la democracia determinando los mecanismos institucionales que garanticen al mismo tiempo la libertad de conciencia y la libertad religiosa.