Argumento de La Experiencia como Argumento
Por su configuración filogenética y porque el ser humano no se articula de nueva planta en cada época, podemos hablar de ciertos universales antropológicos, subsistentes a las metamorfosis de la sucesión biográfica y a la rejuvenecida aparición de sus formas de pensar.
El hilo conductor de la dialéctica entre su permanencia y sus mutaciones es la serie no inventariable, pero realmente perceptible, de las experiencias asociadas al hacer, al valer, al poder, al sentir, en fin, al vivir y al convivir, que retoñan con resonancias actualizadas. Su incesante devenir justifica la tentativa de explorarlas e interpretarlas, una vez más, con el bagaje intelectual del que hoy disponemos.1