La repercusión de la unipolaridad en el desarrollo político de Occidente, y en particular en Europa ha tenido consecuencias tanto en el plano político como en el ámbito teórico de las Relaciones Internacionales. En el primer caso se produce la ampliación de la Unión Europea y el enlargement de la OTAN, mientras en el ámbito académico se vive el ocaso del neorrealismo y el auge de las denominadas teorías alternativas: el neoliberalismo y el constructivismo social. Todo ello confiere a la última década del Siglo XX un sentido de excepcionalidad.
Los ataques a New York y Washington, en septiembre de 2001, marcan el final de la Posguerra Fría y el decaimiento de la hegemonía americana. La nueva distribución de poder mundial incide en el espacio europeo, y afecta a las percepciones sobre la institucionalización de la Seguridad fomentadas durante la última década del siglo. Las relaciones de poder se visualizan en el espacio europeo y los efectos de esas sinergias se traducen en realidades geopolíticas.
El análisis deja en evidencia el desfase entre la narrativa que ha mantenido el proyecto europeo y su adecuación a las cambiantes realidades geopolíticas globales y regionales, destacando la prevalencia de los intereses nacionales. La dicotomía entre institucionalismo y geopolítica que aparentemente se presentaba en ele periodo de análisis, queda subsumida en la ausencia de dualidad, debido a que ambas son facetas del ejercicio o distribución del poder.