Escrita con la misma intensidad que La buena tierra, La estirpe del dragón nos habla de los míseros campesinos chinos, aferrados al terruño, hollado esta vez por el invasor japonés. Una oleada de fuego y de terror avanza por los campos, destruyendo vidas y haciendas. Pueblos enteros han de huir o someterse a la bestial dictadura del conquistador. Surgen guerrillas en la retaguardia invadida, como signo de un espíritu indomable que no se aviene a sucumbir sin lucha. Esta es la novela de la China eterna, de sus hombres y mujeres que por la vida arrostran la muerte en la guerra.