El unicornio es un animal tímido y salvaje. Sería imposible capturarlo si no fuera porque tiene una debilidad: adora a las vírgenes. Cuando una muchacha virgen le llama, acude rápidamente y coloca su morro (mitad caballo y mitad cabra) en su regazo. Mientras la mira dulcemente se deja acariciar. Se trata de una trampa (¿es consciente de ello la muchacha?): los cazadores llegan de inmediato y lo matan. Estas son, sucintamente, las características y la trágica historia del unicornio o liocornio en la literatura y en las representaciones figurativas medievales. El visitante que admira los seis tapices del parisino museo Cluny, en la sala circular que lo rodea, tiene la impresión de encontrarse ante un enigma algo más complejo que la historia que acabamos de contar.