El joven soldado hubiera muerto acribillado a balazos si Soledad, duquesa de Simancas, no le hubiera donado su sangre en el mismo campo de batalla. Tras reponerse de su herida en el hospital militar de Salamanca, Soledad, casada con el representante del bando nacional en el Vaticano, lo seduce en su dehesa. Javier confiesa su traición a su prometida, Marie-Thérèse de Clermont, la joven francesa cuya familia los acogió a él y a su madre tras una trágica fuga por los Pirineos, en la que su hermano pequeño fue abatido por los carabineros. Tras saber que su padre, militar sublevado en Barcelona el 18 de julio, había sido fusilado, juró venganza y se alistó al Tercio de Montejurra.
Cuando se despide de Soledad para volver al frente nada hace presagiar a Javier que la guerra aún le reserva una desagradable noticia.