Cuentan que el 1 de mayo de 1539, cuando murió la emperatriz Isabel, con apenas treinta y seis años, no había forma de separar de su cuerpo a su viudo Carlos V, y que este cayó en tal depresión que tuvo que retirarse al monasterio jerónimo de La Sisla. El emperador nunca volvió a casarse, ni superó su muerte. Pero Isabel no fue solo su amada esposa y madre del futuro rey Felipe II, fue también la gobernadora de España en las largas ausencias de su marido por los reinos de Europa. Gracias a su saber hacer y a su buen tino con las cortes de Castilla y Aragón, la dinastía de los Austrias se consolidó y España se convirtió en un estado moderno. Alfredo Alvar nos descubre (desde el silencio de los documentos originales de archivo, los más inéditos) la vida y las claves de gobierno de esta mujer fascinante, la que más poder ha tenido en España, la única emperatriz.