Nos llamó la atención ante todo por su arriesgada originalidad, ya que propone un acercamiento a la narración breve muy personal, muy novedoso y, sin duda, insólito en el panorama de la narrativa española actual.
La voz narradora que nos introduce en estos catorce cuentos muy breves parece situarse en un lugar privilegiado, tal vez en el punto de vista de un ser omnipresente, capaz no sólo de contarnos una historia mágica u onírica, de aventuras íntimas o antiguas leyendas, sino de sugerirnos cómo concebirla y de situarnos en el corazón mismo de la trama que va tejiéndose, que vamos tejiendo casi imperceptiblemente nosotros mismos, los lectores. Cuento tras cuento, nos iremos viendo atrapados en las dudas, las paradojas, las contradicciones, los interrogantes que puede suscitar toda historia que afecta a lo más íntimo de nuestro ser, a nuestra propia identidad. Cuentos como «El parapeto», que nos remite a las sutiles claves que sostienen una relación amorosa, o «El diccionario», en el que acabamos por sospechar que somos como hablamos, o «La autora del fin del mundo» y «El caballo alado», que nos conducen a la perplejidad ante el futuro indescifrable y la magia de la creación, nos advierten con creces que Isabel del Río es una narradora que puede depararnos otras sorpresas.