El cuento sufi no trata de convencer sino de seducir, trata de mostrar experiencias y consejos prácticos, eso sí, envueltos en bellos tapices, más allá de toda especulación. El texto de cada uno de los relatos va acompañado de hermosas y sugerentes imágenes que dan más profundidad y atractivo a los sabios pasajes. El sufismo es realista y pragmático, no es una doctrina, ni trata de explicar el universo o la existencia. A través del sufismo encontramos, sencillamente, un camino que conduce a que cada cual descubra los enigmas del universo y la existencia sin destruir el prodigio y el asombro, es más, lo hace sumergiéndonos en las maravillas de la vida. El sufismo es un tapiz, un hermoso tapiz en donde se tejen leyendas, fábulas, parábolas y poesías que abren el camino hacia el corazón y la intuición. Si no hay amor e inspiración, no hay sufismo. Estas historias sufi no están hechas para reflexionar sino para ser contempladas, tal como lo hacemos ante un bello jardín, y para ser saboreadas, tal como lo hacemos con una dulce taza de té.