Cristianos y ateos sufren las mismas pasiones y los mismos pesimismos, defendiendo batallas que a menudo sólo dan razón a la violencia.
Este libro es una llamada a la fe cristiana y al sentido común para una renovada confianza en el hombre y en la vida. No agradará a quienes -individuos o colectivos- basen su razón de ser en el pecado más antiguo de la humanidad, en la más suicida de las contradicciones nacidas de la inteligencia: el maniqueísmo.
Es un libro de paz que no hace de la paz un nuevo «ismo», una secta.