La violencia es un ingrediente principal de este texto de Zárate, ésta era un rasgo de la vida cotidiana de la España del Siglo de Oro. El público que asistía a los teatros no se percataba de la violencia de las puestas de escenas porque estaba habituado a ella. El autor, conocedor por su relación con el judaísmo de los desmanes étnicos de la cristiandad, escribe un relato sangriento de la conquista y evangelización de los indígenas.