Martín y Martina nacieron el mismo día del mismo año, con media hora de diferencia, es decir, son hermanos mellizos. Los hermanos mellizos suelen llevarse bien. Cuando uno se acatarra, el otro se acatarra también. Pero Martín y Martina no se llevan bien. Cuando Martín quiere ver la tele, Martina prefiere salir a la calle. Y si Martina quiere jugar al parchís, a Martín le apetece jugar con la consola. Nunca se ponen de acuerdo.
El año pasado, una tarde de primavera, ocurrió una historia que deja muy claro esas diferencias que tanto les unen. Porque, en el fondo, no podrían vivir el uno sin el otro.
Una divertida y loca historia de Ignacio Sanz, Premio Ala Delta en dos ocasiones. Bellamente ilustrado por Daniela Martagón.