Argumento de La Casa de los Encuentros
Entre el fin de la Segunda Guerra Mundial y la muerte de Stalin, dos hermanos son encarcelados en la Unión Soviética y acaban en el mismo campo de trabajo en Siberia. Lev es un frágil poeta y pacifista. El otro, el narrador sin nombre, es un endurecido veterano de guerra. En el tiempo que medió entre la detención de uno y otro, Lev se casó con Zoya, la joven judía por la que competían y a la que ambos amarán toda la vida. Y sobre este triángulo amoroso, y el encuentro entre Lev y Zoya que tiene lugar en un campo de concentración en 1956, pivota el relato del superviviente, ya octogenario, emigrado desde hace años a América, que ha vuelto a Rusia y rinde cuentas a una hijastra fantasmal. Una novela que construye una Rusia que se desliza hacia la nada, prueba fehaciente de que sólo la literatura permite comprender el terrible espesor de la realidad. «Amis y la Rusia de Stalin se estaban esperando. ¿Qué otro novelista de su generación se habría arriesgado a tratar las atrocidades del siglo con tanta fuerza, tanta indignación moral, un arrojo tan temerario?» (John Banville).1