Una casa en venta. Un hombre en crisis. Un reflejo despiadado del país. Una gran novela.
Un dramaturgo chileno que bordea con desgano los cincuenta años y vive fuera del país regresa a Santiago para cerrar la venta de la vieja casa familiar en el barrio de Ñuñoa. Pero los arrendatarios, una pareja de antiguos amigos, hacen todo lo posible para que el trámite sea ingrato y más complejo de lo previsto. En el intertanto, el protagonista se ve enfrentado a los embates del deseo y la precariedad, debido a los cuales el tedio de su presente es dinamitado por una serie de encuentros con mujeres de muy distinta índole. Pero lo que por sobre todo tiene tomada su conciencia son los fantasmas de su pasado y del pasado del país, traumáticamente imbricados, más que nunca por esos días en que se cumplen cuarenta años del golpe de Estado.
Narrada en segunda persona y de manera vertiginosa, lo que no excluye las reflexiones y las imágenes sofisticadas, Casa chilena confirma la maestría de Roberto Brodsky para crear escenas y personajes que quedan dando vueltas en la memoria. Y todo esto lo hace con una mezcla de humor, irritación y melancolía que ya constituye su marca de agua como autor.