En La cama, uno de los libros fundamentales de la literatura asturiana reciente, y uno de los más sugerentes publicados en los últimos años en cualquiera de los latines, el campo de acción se amplía y, aunque algo de esa actitud hay en la mirada que adopta el texto, Vanessa Gutiérrez afronta un viaje contra el tiempo en el que la cama es el símbolo del matriarcado como una serie de normas y exigencias que pesan sobre una mujer al descubierto en una sociedad completamente distinta a la que alumbró esas normas; con más libertad y, por tanto, más desvalida, obligada a construir su identidad con herramientas pensadas para otra época y, en definitiva, para otra persona (Martín López-Vega).