María continuó metiendo ropa, en bolsas grandes de plástico negro. Cogió de la percha una rebeca blanca de hilo y la olió, el perfume de su madre seguía allí, las lágrimas se deslizaron por su cara, cuántas veces se la había pedido prestada, la apartó y la puso con las cosas que se pensaba quedar. Todo le traía recuerdos, cada cajón que vaciaba, cada objeto que cogía, le traía a la memoria imágenes de una vida feliz que se había derrumbado.