Argumento de La Caja de las Sorpresas
En octubre de 1956 comenzaban en España las emisiones desde un aparato semejante a «una patata mutante a la que, por motivos imposibles de entender, le hubieran crecido un par de cuernos». Este extraño objeto estaba llamado a convertirse en un electrodoméstico imprescindible, una caja a la que han calificado de «tonta», aunque parece más justo llamarla «de las sorpresas», ya que, sean de nuestro agrado o motivo de espanto, todavía conserva intacta la capacidad de dejarnos atónitos. Ramón de España nos invita a hacer un recorrido irónico y nostálgico por sus particulares amores y odios televisivos. En lugar de un recuento detallado de programas y estilos, lo que aquí ofrece el autor es lo que ha supuesto para él sentarse a mirar la tele desde los años sesenta hasta hoy (aunque no debemos olvidar que también ha hecho otras cosas), acompañado todo ello por ilustraciones provenientes del baúl de los recuerdos que harán más sugerente este curioso periplo a través del tiempo. Abróchense los cinturones: el viaje alucinante que llevó a los televidentes españoles del rancho de «Bonanza» a las investigaciones de Mulder y Scully, de las marionetas de Herta Frankel a las aventuras de los simpáticos retoños de «South Park» y de los sermones edificantes de Escrivá de Balaguer al desparpajo del padre Apeles no ha hecho más que empezar.0