Argumento de La Cabeza de Tomás Moro
Como José Mateos señala en su prólogo, adjetivar a unos poemas de «católicos», como aquí lo hace Mario Míguez (1962-2017), tiene, en estos tiempos al menos, algo de provocador (lo que, curiosamente, no ocurriría con adjetivos como «protestantes» o «budistas»).
Pero el lector no debiera detenerse en lo adjetivo, sino acceder a la sustantividad poética que encierran: a su hondura, intensidad y belleza, a lo que tienen de profundamente humanos, a la extrema sensibilidad y lucidez con que están escritos, a su clarividencia y autenticidad. A su verdad poética, en fin.
Es mucho, y esencial, lo que tienen para ofrecer a quien así lo haga.1