Guilhem, verdugo de una ciudad de la Gascuña francesa a mediados del siglo XIII, lleva una vida apacible dentro de la brutalidad de su trabajo y el desprecio de sus vecinos. Sin embargo, se verá súbitamente implicado en una intriga y lucha política al ajusticiar a un reo, agente del emperador, que ha encontrado unos documentos vitales para desacreditar las ambiciones territoriales del Papado. Escondidos en algún lugar, el reo ha plasmado su paradero en un plano de difícil interpretación, que caerá, de forma casual, en manos del verdugo.
Sospechoso del asesinato de su aprendiz, Guilhem debe huir precipitadamente, enrolándose en la compañía de cinco peregrinos con los que se topa: cuatro hombres y una mujer. Ruggero, italiano, parece llevar la voz cantante. Tibaud es paisano del ilustre Aymeric Picaud, autor del Códice Calixtino, y sigue sus pasos. Jeffroy es un trovador mujeriego, obligado a peregrinar para pagar sus culpas en un adulterio. Nöel, parisino, peregrina hasta Santiago por encargo de un moribundo que no ha podido hacerlo en persona. La mujer, Margherita, va embozada en su manto para disimular su condición femenina. Guilhem, que decide acompañarles en la llamada Vía Francígena, irá descubriendo que la dama posee más conocimientos de los usuales en las mujeres de su época.
Novela histórica extraordinariamente bien documentada, La Buena Muerte es un reflejo de los distintos personajes que poblaban el Camino de Santiago durante el siglo XIII y los innumerables peligros que acechaban al caminante. Al tiempo, es un viaje íntimo, personal, en el que un antiguo verdugo verá derrumbarse su concepción de la existencia por influencia de todo aquello que conoce por vez primera, como la amistad y sus desengaños, o el amor y las consecuencias que acarrea.