Todo empezó al ir mal en el día en que mis padres nos obligaron a Marty y a mi a ir a la biblioteca todas las tarde al salir del cole. Te juro que si nuestra bibliotecaria fuera aburrida y silenciosa como todas del mundo no hubiera pasado NADA fuera de lo normal. Pero, NO, la nuestra escondía un secreto horripilante: en ella habitaba un monstruo apestoso que odiaba a los niños y se llamaba...¡¡¡bibliotecaria!!!