Las hadas habían acudido a la cita y eran siete. Habían cruzado todo el país volando. De pronto, se apagaron todas las luces. Una nube de cuervos se abalanzó sobre el salón del baile y, en un estrépito de tormenta, apareció un hada de largas alas negras como las de un murciélago. «Princesa Aurora, has recibido todos estos dones, ciertamente, y todo el mundo te querrá. Pero, al amanecer de tu decimosexto cumpleaños, te pincharás el dedo con el huso de una rueca y ¡morirás!».
Las elegantes y sugerentes ilustraciones de Éric Puybaret llenan de vida el cuento clásico de la Bella Durmiente.