Un nuevo ecosistema se abre para el ciudadano europeo con el empleo de las nuevas tecnologías y la proliferación de códigos de conducta. Ambos factores deben procurar su equilibrio si se quiere que los sujetos del mismo habiten confiados. Pero, ¿es suficiente el nivel de protección jurídico y técnico alcanzado para responder a la potencial vulnerabilidad de la privacidad del colectivo de menores, aunque sean "nativos digitales"? Esta es la pregunta que subyace en la obra cuyo título revela ya su respuesta.