Y aunque encontramos referencias al Cantar de los Cantares y al Apocalipsis, Janés, ciertamente, no habla de Dios. Habla del ;fantasma;, de ese que carece de realidad material y física pero que la ha poseído enteramente. Asistimos entonces a la visibilidad de algo que siempre ha permanecido oculto, nunca dicho, siempre en silencio; contemplamos el acto de amor que se hace real en las ;palabras-pensamiento;, que se mueven y que danzan para encarnar lo que es soplo, espíritu».
Del prólogo de VICTORIA CIRLOT