El kirchnerismo entendió cuál era en la Argentina el peso específico de
los grandes medios de comunicación, y no le escapó a la posibilidad de
poner el rol de los encargados de informar en el centro de la escena. En
la historia que aquí se cuenta no hay héroes ni quijotes, pero sí unos
cuantos tahúres, algunos villanos y un autor que ama al oficio que hoy
debe sentenciar. «Últimamente la única certidumbre del antiguo
periodismo argentino es que ya no volverá a ser lo que era», sostiene
Barone apenas comienza, y de allí en más trabaja entretejiendo la mirada
sobre los medios y su propia, frondosa historia periodística, para
concluir que una nueva forma de intervenir sobre la realidad impactó de
lleno en la vieja política y también en buena parte de la prensa,
fundiendo ambas especies en una: el «Argentinosaurus». «Ese es el efecto
aterrador -dice el autor- que causa en viejos modelos la militancia
joven, sea en la calle, en la facultad, en el trabajo o en Facebook. Ya
no s