Annie y Duncan están cerca de la cuarentena, y son una pareja de hecho desde hace quince años. Viven en una pequeña ciudad de la costa de Inglaterra, uno de esos lugares grises donde veraneaba la clase obrera británica antes de que los operadores turísticos y los vuelos low-cost le permitieran descubrir el vino y el sol españoles. Ambos son funcionarios Annie trabaja en el museo de la ciudad, y Duncan es profesor, llevan una vida tranquila de pequeños placeres y parecen hechos el uno para el otro. Pero están en la frontera de la temida adultez, y a Annie le inquieta ese paso del tiempo sin pasión ni emoción en el que parecen hundidos, la juventud que se acaba sin propuestas de futuro, y sobre todo, sin hijos. Porque toda la pasión del metódico y ordenado Duncan se concentra en Tucker Crowe, un músico americano que tras un desolado y espléndido álbum, Juliet, desapareció para siempre de la escena musical, y hasta de la mundana, y vive recluido no se sabe dónde, aunque entre sus fans abundan las hipótesis e interpretaciones sobre su vida y su obra.
Cuando una discográfica edita un CD con maquetas y versiones descartadas de aquel álbum mítico, y Annie, Duncan y el reaparecido Tucker comienzan a cruzarse por los caminos de internet, y también a encontrarse en la realidad más real, descubrirán que la vida nos da sorpresas, que hace y deshace mitos, une y desune parejas, y que todo, aun en el límite de la madurez, puede cambiar.
«Hornby aúna dos de sus mayores pasiones (la música popular y la soledad de las parejas) en torno a una historia rocambolesca, pero sabiamente dispuesta y feliz, muy felizmente resuelta... El autor destila lo mejor de su talento» (Ricardo Menéndez Salmón, La Nueva España).
«Dulce y amarga a la vez, muestra al mejor Hornby, al tipo descreído que en su día escribió Alta fidelidad y cómo ha ido madurando» (Amelia Castilla, El País).