Argumento de Julián Marías, Crítico de Cine
Encuadernación: Rústica
Colección: Señales
El primer crítico que escribió sobre Doctor Zhivago, Verano del 42 o El silencio de los corderos en la prensa española no era periodista sino filósofo. Se llamaba Julián Marías, fue discípulo de Ortega y Gasset, autor prolijo y muy leído, y uno de los mayores intelectuales españoles de la segunda mitad del siglo XX.
En realidad, Julián Marías conoció antes a Buster Keaton y a Chaplin que a Aristóteles o a Ortega: fue espectador de cine antes que filósofo. Debutó como articulista de cine en 1962, y escribió semanalmente sobre películas durante casi cuatro décadas, primero en Gaceta Ilustrada y más tarde en Blanco y Negro, alcanzando una producción que pocos críticos profesionales han logrado, casi 1500 críticas. Su buen hacer, un híbrido de crítica y filosofía a partes iguales, elevó sus críticas de cine a la categoría de pequeños ensayos antropológicos.
La faceta cinematográfica no es una anécdota en la vida y en la obra de Marías, sino que responde a sus dos grandes vocaciones: primera, la de filósofo con Ortega y Gasset, «ver es pensar con los ojos», y viendo historias de ficción en la pantalla Marías hizo antropología filosófica; segunda, la de escritor la prensa le ofreció un medio ideal, convirtiéndose en crítico divulgativo y articulista prolífico, que logró que su obra brotara en la «plazuela intelectual» del periódico.
El libro de Alfonso Basallo transmite una gran lección: que para Julián Marías el cine no era sólo un formidable entrenamiento, sino también un campo ideal para analizar la vida humana, una laboratorio donde diseccionar las cosas que de verdad nos importan: el destino, la muerte, el azar, la libertad, el amor. Marías, más que crítico, prefirió considerarse un «espectador fiel y entusiasta». Su hondura filosófica, su prosa diáfana y sus brillantes interpretaciones culturales, lo convirtieron en un escritor popular y muy leído, apreciado sobre todo por su honradez intelectual.0