Tarsicio de Azcona rehabilita su figura en el presente libro, fruto de una profunda investigación y del estudio de la documentación original. En él prueba, ante todo, que Juana fue hija legítima del calamitoso Enrique IV y de su infortunada esposa Juana de Portugal. Jurada en cortes como princesa heredera, sin embargo, el gobierno desmedrado del rey y las apetencias revolucionarias de los prelados y nobles obligaron al monarca a alzar al trono a su hermana Isabel I. La ambición de Juan II de Aragón -al introducir en Castilla a su hijo Fernando como esposo de Isabel- y la aspiración geopolítica del rey Alfonso V de Portugal, quien se casó con Juana de Castilla, desencadenaron la guerra. Triunfantes, los Reyes Católicos impusieron unas «paces» desfavorables y dañinas para Juana: se le obligó a ingresar en un monasterio de clarisas durante cincuenta interminables años y a no poder salir de Portugal de por vida, ya que siempre fue considerada una rival peligrosa.
Juana de Castilla, una mujer afligida, desplazada, exiliada de por vida, sin embargo, sobrevivió a todos sus rivales. Una mujer tan polémica bien merece ocupar un lugar señalado en la galería de mujeres regias, con la inscripción: La Excelente Señora.