Persona de firmes convicciones liberales, terminó por enfrentarse al propio Fernando VII, al no respetar éste la Constitución de 1812, y fue desterrado a Portugal. Al intentar de nuevo penetrar en España fue capturado, torturado y exhibido en una jaula antes de ser condenado a la horca. Su perseverancia al defender sus ideales ha hecho que empecinado signifique hoy en día obstinación y que él sea recordado como uno de los más grandes defensores de la libertad en España.