Igual que otros refugiados españoles, Guzmán encontró asilo en México, lugar en el que se profesionalizó como reportero gráfico y trabajó para diarios y revistas, asimismo, fue corresponsal de Time-Life. Se ocupó de documentar sucesos de la más variada índole en un país complejo y contradictorio, y al paso de los años formó un impresionante acervo con las imágenes resultantes de sus reportajes, encargos y andanzas.
Esta publicación de largo aliento reivindica el talento testimonial de un fotógrafo atípico y despliega el potencial narrativo de su memoria iconográfica.