Desde G arcía Lorca , en el imaginario colectivo todas las corridas se celebran a las cinco de la tarde, sea cual sea la hora a la que están anunciadas. Desde el 16 de septiembre de 2012, para los aficionados el toreo será siempre un rito matutino, una celebración que comienza poco antes de la hora del Ángelus, del mediodía, porque fue exactamente media hora antes del mediodía cuando comenzó el milagro. Para los que estuvimos allí, los toros estarán siempre asociados a la mañana de un día radiante de vendimia. Y es que José Tomás dejó escrita la fecha del 16 de septiembre de 2012 como un hito en la historia de la tauromaquia. La emoción que vivimos quienes estuvimos en Nimes no es explicable desde las palabras ni desde las imágenes, pero las fotografías de Andrés permiten apreciar que la variedad, la hondura y la belleza de la que no nos cansamos de hablar quienes allí estuvimos no son fruto de una ilusión colectiva, sino la constatación de que aquella mañana sucedió un acontecimiento histórico en la tauromaquia.